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¡Véto-pharma visita las plantaciones de almendros!

Cada año, en Estados Unidos, un gran movimiento protagonizado por los apicultores anuncia la llegada del año apícola. Algunos lo llaman el «Gran Evento Abejero» o la «Migración Masiva», pero la mayoría lo llama simplemente la «Temporada de la Almendra». En California, comienza en torno al 5 de febrero y termina alrededor del 15 de marzo, según el tiempo y la floración.

Véto-pharma se unió a apicultores y cultivadores de almendras en febrero de este año para sumergirse en este increíble acontecimiento. El equipo estaba formado por el personal francés de Véto-pharma, Marcele Barthelemy (Directora de Marketing Estratégico) y Rémi Padé (Responsable de Proyectos de Innovación), así como por nuestros colegas norteamericanos, Phil Craft (Asesor Técnico Norteamericano) y Freddy Proni (Responsable Norteamericano), y guiados por el consultor y estudiante de doctorado Gordon Wardell. Nuestra fascinante aventura de una semana nos permitió obtener respuestas a las preguntas que planteamos a los apicultores, abrir debates y escuchar las necesidades de los profesionales, en línea con el «Compromiso con la apicultura» de Véto-pharma que fomenta la innovación y el desarrollo de productos.

Los apicultores se preparan durante semanas y meses antes de polinizar los almendros. La nutrición y la densidad de población son primordiales, al igual que la salud de las abejas. La mayoría de las colonias han sido alimentadas con jarabe, un suplemento o sustituto del polen y tratadas contra los ácaros varroa. Esta polinización define el reinicio de la temporada, y aunque las abejas producen miel de almendro, la utilizan para su propia nutrición, ya que esta miel por sí sola tiene un sabor singularmente amargo que no suele ser apto para nuestros paladares. La promesa de los costes de polinización de la almendra ayuda a los apicultores a compensar su carga financiera al inicio de la temporada, a considerar las divisiones de las colmenas y la dinámica de la población que podría conducir a la futura polinización de los cultivos. Este año, el coste medio del alquiler de una colmena fue de 192 dólares (172 euros), con una horquilla de 150 a 240 dólares (135 a 215 euros).

Nuestro viaje nos llevó al Valle Central, el corazón de la polinización del almendro, donde la red de autopistas y las carreteras rurales estaban bordeadas de fragantes flores de almendro y abejas. Este aroma es conocido por los cultivadores y apicultores como el aroma del dinero, y aunque suene gracioso, es un sentimiento verdadero. Miraras donde miraras, paletas de 4 y 6 colmenas rodeaban los almendrales en una majestuosa disposición, la mayoría de las veces colmenas de dos cuerpos, pero ocasionalmente estructuras de un cuerpo o cuerpo y medio. Algunas colmenas estaban marcadas y otras tenían marcas pintadas, y aunque la mayoría eran blancas, algunas reflejaban todos los tonos del arco iris. La belleza de la floración es indescriptible, ya que nuestro viaje de tres horas en un 4×4 cubierto de barro sólo nos permitió echar un vistazo a estas plantaciones, cuya inmensidad desafía toda comprensión. Mirásemos donde mirásemos, apicultores y camiones se movían en simbiosis, absortos en su tarea. California, Florida, Carolina del Norte, Georgia y Texas eran sólo algunos de los estados representados en esta migración de abejas, junto a diferentes cepas como la abeja italiana, la carniola y la Buckfast. Esta variedad y dedicación demuestran que la apicultura es tan vibrante como las flores entre los huertos. La lluvia y el frío fueron los primeros enemigos de la temporada, reduciendo el número de días que las abejas podían volar, pero hiciera el tiempo que hiciera, equipos de hombres y mujeres, al principio vestidos con monos blancos y rápidamente cargados de propóleos, trabajaban al son de los ahumadores para inspeccionar, registrar y documentar las poblaciones de colmenas.

Estos equipos, más conocidos como evaluadores, podían inspeccionar las colmenas con rapidez y precisión para garantizar a productores y apicultores que las colmenas cumplían los requisitos mínimos de calificación. Por término medio, el objetivo era una población de abejas de ocho cuadros, con un mínimo de seis. Más de ocho cuadros es un extra que llena los bolsillos de los apicultores. La densidad de las colmenas, los equipos de evaluadores y la forma en que se llevó a cabo esta inmensa tarea entre los elementos de la Madre Naturaleza fueron impresionantes. Nos sorprendió hasta qué punto el trabajo en equipo estructurado era esencial para combinar rapidez y precisión. La experiencia, la correcta manipulación de las colmenas y la documentación de cada colmena con código de barras fueron tareas completadas en cuestión de segundos.

Nuestros viajes nos llevaron a Fresno, Bakersfield, Modesto, Paso Robles, San Luis Obispo y tantos otros lugares lejanos. El tiempo pasó volando tan deprisa como un apicultor apresurándose a volver a casa, y las nuevas relaciones que forjamos recordaban el reencuentro de viejos amigos que habían perdido el contacto. Los apicultores son personas extraordinarias, y los que conocimos estaban encantados de sacar tiempo de sus ajetreadas y exigentes jornadas para recibirnos, trabajar con nosotros y compartir su pasión con nosotros. Muy pronto tuvimos la oportunidad de pasar algún tiempo con John Miller, de Miller Honey Farms. Su contagiosa pasión por la salud y la cría de abejas marcó el inicio de nuestro viaje; juntos hablamos de apicultura en medio de colmenas abiertas y compartimos lecciones, historias y muchas risas. En cada amanecer, trabajamos con muchos otros apicultores de todo Estados Unidos, cuyo entusiasmo y franqueza sobre la salud de las abejas y sus preocupaciones sobre la apicultura fueron escuchados. También nos reunimos con cultivadores de almendras y conocimos el gran respeto que cultivadores y apicultores se tienen mutuamente por sus iniciativas. Y al final de la semana, apreciamos mucho el tiempo que pasamos con Bret Adee, el mayor apicultor de Estados Unidos, que siempre ha sido un ferviente defensor del sector.

La inmensidad de las plantaciones de almendros es impresionante. Estadísticamente, estamos hablando de 2 millones de colonias dedicadas a polinizar almendros en 2019. Eso equivale a 3.700 semirremolques cargados de abejas no californianas, o casi dos tercios de las colonias de abejas documentadas en América. Algunas de estas colonias se concentran en las regiones meridionales de Estados Unidos, mientras que otras están siendo retiradas suavemente de un descanso de la zona fría para reforzar los colmenares que albergan decenas de miles de colonias. En la actualidad se dedican al almendro casi 530.000 hectáreas, de las que casi 500.000 están en producción, mientras que el resto se está revitalizando para nuevas plantaciones o para renovar las existentes. La demanda mundial sigue creciendo, pero el factor que limita el crecimiento de las plantaciones de almendros es simple: el agua. Estados Unidos produce más del 80% de las almendras del mundo, y sin la abeja Apis mellifera y los apicultores que cuidan de estas increíbles criaturas, nuestro amor por las almendras y los deliciosos productos que producen no existiría.

Por último, a menudo oímos la palabra «almond» pronunciada en inglés cotidiano como «amond» [ˈa-mənds], excluyendo la letra «L». En el proceso de recolección se utiliza una máquina que agarra el tronco del árbol y algunos dicen que sacude la «L» de las «almendras», de ahí la jerga local.