Aunque parezca contradictorio, las abejas pueden sufrir hambruna incluso en colonias con varias alzas llenas de miel. De hecho, la escasez estacional de nutrientes es un fenómeno bien documentado, que depende del calendario floral local y de la sucesión de floraciones. Incluso cuando las colmenas parecen pesadas y bien abastecidas, las abejas pueden sufrir carencias nutricionales críticas si su entorno inmediato no les ofrece néctar y polen accesibles en momentos clave.
Las “brechas de floración” o periodos de escasez de néctar suelen producirse tras la floración primaveral, cuando las siguientes fuentes de néctar tardan en aparecer. Eventos climáticos como lluvias prolongadas, sequías o caídas bruscas de temperatura pueden reducir las oportunidades de pecoreo, obligando a las abejas a consumir sus reservas más rápido de lo que pueden reponerlas. La paradoja se hace entonces evidente: puede haber abundante miel en las alzas, pero estar inaccesible o estar en cantidad insuficiente cerca de la cría, donde más se necesita. Diferentes estudios han confirmado que las colonias pueden colapsar por hambruna en primavera o en verano, incluso cuando hay cuadros de miel en otras partes de la colmena.
La calidad y diversidad del polen disponible también son cruciales. Los monocultivos y las presiones ambientales reducen la variedad del polen, debilitando la inmunidad y resiliencia de las abejas. Sin acceso a un polen diverso y de calidad, las abejas tienen dificultades para criar una cría sana y resistir el estrés, lo que las hace más vulnerables durante los periodos de escasez. Varias investigaciones han demostrado que ciertos nutrientes específicos, como algunos esteroles, son esenciales para el buen desarrollo de la cría y la salud de la colonia, y que los suplementos alimenticios comerciales no siempre cubren estas necesidades.
Los apicultores deben adoptar un enfoque proactivo y flexible. Las inspecciones regulares son indispensables, no solo para verificar el peso global de la colmena, sino también para evaluar la distribución de reservas alrededor de la cría. La detección temprana de colmenas ligeras, cuadros vacíos cerca de la cría o la ausencia de corona de miel/polen debe llevar a una intervención inmediata. La alimentación complementaria con jarabe de azúcar o tortas proteicas es a menudo necesaria para compensar la falta de floración y apoyar el desarrollo de la colonia. También es importante proporcionar una fuente de agua limpia y accesible, especialmente en épocas calurosas, para ayudar a las abejas a transformar los alimentos y regular la temperatura de la colmena.
Comprender el calendario floral local y anticipar los periodos de escasez puede marcar una gran diferencia. Cada colmenar es único, y el calendario de flujos de néctar varía según el clima, el paisaje y las prácticas agrícolas. Ignorar estas variables puede provocar pérdidas importantes, incluso en colmenas aparentemente prósperas.
Estos periodos de escasez también ofrecen una oportunidad estratégica para la gestión de Varroa. Cuando la cría disminuye naturalmente debido a la falta de recursos, el ciclo reproductivo de Varroa se ve interrumpido, reduciendo temporalmente el número de celdas operculadas donde los ácaros se reproducen. Este momento es ideal para aplicar estrategias de control integrado (IPM), ya sean métodos biotecnológicos (interrupción de la cría, enjaulado de la reina, retirada de cría de zángano) o el uso juicioso de los medicamentos veterinarios contra Varroa.
Aplicar los tratamientos durante estos periodos aumenta su eficacia, ya que hay menos ácaros protegidos dentro de la cría operculada, lo que hace que la población parasitaria sea más vulnerable. Al combinar vigilancia nutricional con control de Varroa, los apicultores fortalecen la salud de las colonias durante los periodos críticos y mejoran su resiliencia antes de la principal floración melífera o la preparación para el invierno.
Referencias:
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